EL MUNDO

Grecia examina sus fallos ante la ola mortal de fuegos

 

El Gobierno ha solicitado un dron especial a EE UU para rastrear toda huella de “actividad sospechosa”

25-07-2018




La peor tragedia natural en la historia reciente de Grecia ha dejado hasta este miércoles al menos 79 muertos y más de 180 heridos tras el paso este lunes de una lengua de fuego por el norte y noroeste del Ática, la región que rodea la capital griega. Todas las víctimas, entre las que hay adolescentes, niños e incluso un bebé de seis meses, han sido halladas en el área comprendida entre el puerto de Rafina, a unos 30 kilómetros de Atenas, y Nea Makri, unos 10 kilómetros más al norte, con la zona cero localizada en Mati, una típica localidad balnearia muy frecuentada por los locales. La sospecha de que tras los incendios pueda estar la especulación inmobiliaria o incluso el indisimulado intento de construir parques eólicos son hipótesis plausibles para muchos griegos.


Las autoridades helenas sugieren que los incendios podrían haber sido provocados. Han solicitado un dron especial a Estados Unidos para rastrear toda huella de “actividad sospechosa” —como la calificó el martes el portavoz del Gobierno— al constatarse la existencia, en la tarde del lunes, de 15 focos de fuego simultáneos en tres frentes distintos en el Ática. Los servicios de emergencia buscan a un número indeterminado de desaparecidos, según informan medios griegos como el diario Kathimerini. 


Parece que fue la resistencia de muchos vecinos a abandonar sus casas —la mayoría, segundas residencias en mitad del bosque— la principal causa de la tragedia. La mayoría de las víctimas mortales fueron halladas dentro de las casas y algunas en el interior de los vehículos en los que pretendían escapar del fuego, según ha informado este martes el portavoz del Gobierno, Dimitris Tznakópulos. Además de la querencia de los habitantes por sus bienes, otras causas, como la abundancia de construcciones, muchas de ellas ilegales, y la suma de recortes desde 2010, que han dejado los servicios públicos griegos en el chasis, se barajan como factores que explican, con trazo grueso, la magnitud de esta tragedia.


En febrero de 2017, por ejemplo, 4.000 bomberos vieron expirar sus contratos temporales, suscritos en 2012. Una votación parlamentaria, impulsada por el Gobierno, rescató apenas a la mitad de ellos (2.160). En las labores de extinción de este último incendio participaron nueve patrulleras de la Guardia Costera, dos destacamentos militares y decenas de embarcaciones privadas, asistidos por helicópteros del Ejército, en apoyo de los alrededor de 700 bomberos desplegados en el interior con ayuda de 80 vehículos. Al hallarse la zona cero del incendio a apenas 300 metros del mar, muchos damnificados buscaron refugio en la orilla. La Guardia Costera rescató a unas 900 personas del litoral, y a una veintena del interior del agua. A escasos metros del mar, un grupo de rescate de la Cruz Roja halló la escena más horripilante de esta tragedia: un grupo de 26 personas abrazadas, carbonizadas en el patio de una taberna.


También el afán especulador ha demostrado ser un factor clave en los incendios registrados en los últimos años, como los que en agosto de 2009 afectaron a zonas boscosas al norte y noroeste de Atenas, menos graves y sin daños personales. La hiperpoblada capital griega como epicentro alrededor del cual gravitan, un año tras otro, demasiados fuegos: sucesos provocados para lograr la recalificación de terrenos, sumados al ansia de promotores inmobiliarios.


Hasta el lunes, el peor incendio en la historia reciente de Grecia era el declarado en el verano de 2007 en el Peloponeso y la isla de Evia, que se cobró entre 70 y 77 vidas, según las fuentes. La cifra de víctimas se ha superado este miércoles.


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